En el imaginario colectivo, los vikingos eran unos guerreros salvajes del norte de Europa, con barba, tatuajes, brazaletes de oro, cascos con cornamenta y difíciles de batir en batalla. En este artículo, os contamos como eran los vikingos en guerra y cuánto hay de verdad en esta percepción.
Historia de los vikingos
La conocida como Era Vikinga comenzó en el año 793, cuando entraron en Lindisfarne, un monasterio británico. Durante los primeros años, sus operaciones se reducían a entrar y salir de alguna localidad costera que no contara con defensas para saquearla. Durante el reinado de Godofredo I de Dinamarca (en la primera década del siglo IX), empezaron a intensificarse dichas operaciones por el miedo a la expansión del imperio Carolingio, que en ese momento se encontraba en su máximo apogeo.
A mediados del mismo siglo, ya debilitado dicho imperio, aprovecharon las guerras civiles que se sucedían entre los reinos de las islas británicas para conquistar dicho territorio en el 865. En menos de una década, consiguieron tener casi la totalidad de los reinos bajo su control.
En este momento, ya contaban con una fuerza suficiente para batallar como se hacía en la época y no limitarse a rapiñar las costas.
Cómo eran los ciudadanos vikingos
Los conocidos como guerreros vikingos dedicaban la mayor parte de su tiempo a actividades civiles, como la agricultura y la ganadería. Hubo ejemplos de soldados que se dedicaron a batallar durante años, sobre todo en Gran Bretaña, Francia y Europa del Este, pero no era la regla general.
Las incursiones que realizaban en los langskip (los barcos vikingos) por las costas europeas se hacían de forma esporádica, sin contar con un cuerpo de soldados dedicado a esta tarea. Se podían definir como ciudadanos con un alto conocimiento sobre defensa que comprendía que habitaba en un entorno peligroso y que podía arar un campo como participar en un saqueo.
No existen crónicas de la época por parte de la civilización vikinga, por lo que la información que poseemos viene de sus enemigos. Se sabe que la mayoría de estas incursiones fueron consecuencia de batallas internas. Los perdedores de las mismas se veían obligados a huir y buscar alianzas o botines en ultramar.
Vikingos en guerra: la batalla
Los vikingos empleaban la conocida como muralla de escudos, que se formaba por un frente de infantería dividido en líneas que trataba de frenar el empuje enemigo.
Al inicio de la batalla, se lanzaban proyectiles, como flechas, para intentar desestabilizar la formación del contrario. Si lo lograban, la infantería avanzaba intentando aprovecharse de las debilidades creadas.
También empleaban ocasionalmente la formación de cerdo. En esta variante, la formación tenía forma de cuña, con el principal objetivo de abrir una brecha en las líneas enemigas. Una vez rota la barrera, atacaban a sus rivales desde dentro.
No consta que usaran caballería en combate de forma habitual. Los ejemplares nórdicos eran peques u débiles, por lo que no eran adecuados para este cometido, relegando a los caballos a tareas de transporte en el transcurso de las campañas.
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