A lo largo de la historia, muchas armas han sido protagonistas de innumerables gestas, así como de cuentos mitológicos y religiosos. En este artículo te destacamos algunas de las espadas más legendarias de la historia.
Espadas legendarias
Debido a que nos podríamos extender indefinidamente hablando de decenas de ejemplares históricos, nos hemos limitado a nueve ejemplos: Excalibur, Gram, la espada de Atila, la Joyosa, la espada de Juana de Arco, la Tizona, la Colada, Claymore y Zulfiqar.
Excalibur
Según la leyenda, la espada de Excalibur se encontraba incrustada en una roca y solo la podría poseer el legítimo heredero al trono de Inglaterra (el rey Arturo). Además, se comentaba que podía cegar a los enemigos y que su vaina curaba las heridas del combate.
Arturo es un personaje que aparece representado como el monarca ideal en la literatura inglesa y francesa y se cree que pudo haber existido alrededor del siglo Vi,liderando la defensa de Gran Bretaña contra los invasores sajones.
Gram
La espada de Gram aparece en la mitología escandinava y pertenecía originalmente a Sigfrido, o Sigurd en nórdico antiguo, un héroe legendario que se volvió inmortal tras bañarse en la sangre de un dragón al que mató con la espada Gram. Según la leyenda, fue forjada por Völundr -conocido como el Herrero Mágico- a partir de la que Odín clavó en el árbol Branstock.
Espada de Atila
La espada de Atila adquirió la categoría de legendaria tras las numerosas batallas que gano portándola. De hecho, se la consideraba un símbolo del favor divino. Según algunas fuentes históricas, los romanos la denominaban Marte y las leyendas húngaras, az Isten kardja (la espada de Dios).
Pese a que se dice que se encuentra en el Museo de Viena, esto resulta imposible porque el ejemplar mostrado es 500 años posterior a su muerte.
La Joyosa
La Joyosa – la Joyeuse, en francés- fue la espada más conocida de Carlomagno y que utilizó durante su gesta de unir gran parte de Europa occidental tras la debacle del Imperio romano de Occidente. También la leyenda rodeó a esta espada ya que, debido a las numerosas victorias, se decía que contenía un diente de San Pedro, sangre de San Basilio y ropa de la Virgen María. Incluso se llegó a decir que contenía restos de la Lanza Sagrada, que atravesó el costado de Jesucristo.
El Cantar de Roldán, el más antiguo en el que se referencia esta espada, decía que cambiaba treinta veces de color al día. Hay una disputa entre dos museos sobre cuál conserva La Joyosa: el Louvre, en París; y el Museo de Viena.
Espada de Juana de Arco
Sin conservar nombre propio, la espada de Juana de Arco es legendaria porque, según las crónicas de la época, San Miguel se le apareció, animándola a buscarla en el altar de la iglesia de Santa Catalina de Fierbois. Con ella, combatió contra las tropas inglesas en la Guerra de los Cien Años.
La Tizona y la Colada
Más conocidas en nuestro país fueron las gestas de El Cid Campeador, recogidas en El Cantar de Mío Cid. Igualmente reconocibles son el nombre de sus dos espadas: la Tizona y la Colada. Portando estas dos armas, el Cid escribió algunas de las hazañas de la Reconquista. Actualmente, se pueden visitar en el Museo de Burgos y en la Real Armería del Palacio de Oriente de Madrid, respectivamente.
La Claymore de William Wallace
La espada Claymore fue la usada por William Wallace durante la guerra de independencia de Escocia. La espada desapareció cuando William fue apresado y ejecutado y en la actualidad se puede ver en el museo de Wallace.
Se trata de un mandoble de 1,67 (la altura de William Wallace) que era más pesadas que sus contemporáneas usadas por los Highlanders escoceses, por lo que no se puede equiparar a las típicas Claymore escocesas.
Zulfiqar
Zulfiqar fue la espada que portó Hazrat Ali, primo y yerno de Mahoma. En los escritos del Corán se cuenta que el profeta islámico le dio la espada en la batalla de Uhud tras dañar la suya al romper el escudo del soldado más fuerte del ejército de la Meca. La espada es descrita como curva y se decía que podía alcanzar velocidades muy elevadas gracias a esta forma.