Seguimos en nuestro viaje por el pasado más remoto de las espadas. Ya vimos en entradas anteriores que la aparición de la espada en Europa comenzaría en torno a los siglos XVI-XVII a.C., mientras que en el Antiguo Egipto fue más tardía a través del contacto con los hicsos, procedentes de Oriente Próximo. Esto nos lleva a encaminar nuestros pasos hacia un nuevo horizonte geográfico que incluye tierras de Palestina, Siria y sobre todo a Mesopotamia, cuna de civilizaciones, de la escritura… ¿y de las primeras espadas?.

Descubriendo las Espadas de Mesopotamia:

Antes de comenzar debemos tener en cuenta que analizar de forma pormenorizada la evolución de la espada en un territorio tan extenso es una tarea demasiado ardua para el cometido de este blog, más aún si tenemos en cuenta que por allí pasaron diferentes culturas durante milenios. A ello se une la dificultad para encontrar fuentes de información suficientes (sobre todo en los periodos más remotos) para componer una evolución detallada, por lo que la intención de este artículo será mostrar diferentes testimonios de este tipo de armas en manos de algunas de las civilizaciones que pasaron por Mesopotamia.

Uno de estos pueblos fueron los asirios, quienes en su última fase de esplendor (el llamado Imperio Neoasirio, entre  911-612 a.C.) dominaron un extenso territorio gracias a una eficaz maquinaria militar dirigida por belicosos reyes como Assurbanipal (Nadali, 2012). A este monarca le debemos los afamados relieves con escenas de guerra y de caza que decoraban palacios como el de Nínive (Irak), donde dejaba constancia de sus victorias militares y sus cacerías de leones. Podemos poner como ejemplo el friso que representa la victoria sobre los elamitas en la batalla del río Ulai, donde podemos ver espadas en manos de ambos contendientes, o en la escena que muestra al rey sujetando a un león por el cuello mientras con la otra mano lo atraviesa con una espada recta con doble acanaladura. Este tipo de escenas pretenden mostrar una imagen de poder del rey asirio, quien aparece hierático y rígido mientras domina y somete las fuerzas desatadas de la Naturaleza que representan los vencidos elamitas o abatido león (Bañón Mañas, 2021). Veamos con detalle lo que ocurrió en tiempos más remotos.

Assurbanipal atraviesa a un león con su espada en un relieve del Palacio de Nínive. Museo Británico. Imagen: Carole Raddato, Wikimedia Commons

Otra conocida fuente de información es el Poema de Gilgamesh, un mito sumerio nacido durante el III milenio a.C. que con el paso del tiempo sería asimilado y ampliado por civilizaciones posteriores como los mencionados asirios. En este ciclo épico dedicado a narrar las aventuras de este rey mítico (cuya historicidad es fruto de debate) también encontramos algunas menciones a espadas entre sus pertenencias:

“Ellos le trajeron su armadura 

[…] poderosas espadas,

el arco y el carcaj,

y se lo pusieron en sus manos.

Él cogió las azuelas,

[…] su temblor,

(el arco) de Anshan;

puso la espada en su cinturón

Podían comenzar el viaje.”

(Versión de Federico Lara Peinado).

Tesoros del pasado:

Si retrocedemos hasta el II milenio a.C., también encontraremos algunos ejemplos en el campo de la arqueología, como la espada babilónica que conserva el Museo Británico, fechada en el siglo XI a.C. Es un arma corta  (apenas 37 centímetros, poco más que una daga), fabricada en cobre arsenical mediante el vertido del metal fundido en un molde y que incluye la siguiente inscripción en cuneiforme: “Propiedad de Marduk-nadin-ahne, rey del mundo, rey de Babilonia, rey de Sumer y Acad”. Todo parece indicar que estamos ante una pieza propiedad de la élite regia y no un arma funcional utilizada por un infante cualquier en el campo de batalla, aunque en fechas cercanas si tenemos constancia de que tanto los contingentes egipcios como los hititas utilizaron espadas de bronce en su enfrentamiento durante la batalla de Qadesh en el 1274 a.C. (Martínez Babón, 2018 y Bryce, 2018)

Espada babilónica del siglo XI a.C. Museo Británico.

Vemos por tanto como algunos de los pueblos que habitaron y pugnaron por el dominio en Oriente Próximo durante la antigüedad ya utilizaban la espada como parte de su panoplia militar desde, al menos, la segunda mitad del II milenio a.C. Sin embargo, los testimonios anteriores a esas fechas van siendo cada vez más difusos, al menos en el ámbito de Mesopotamia, pues las menciones en los textos cuneiformes del vocablo namsarum (empleado para designar este tipo de armas), son más bien escasas. Según diversos especialistas como Montero Fenollós y Vidal, este hecho se deberá a que durante la segunda mitad del II milenio las armas individuales predilectas para el cuerpo a cuerpo serán lanzas y hachas, junto al arco (Bou, 2022).

Este patrón parece provenir del III milenio a.C., pues el uso de espadas en Mesopotamia durante este periodo está poco documentada (Fernández, 2020), encontrando arcos, lanzas y hachas como las principales armas en las panoplias sumerias y acadias. Así parece confirmarlo la Estela de la Victoria de Naramsin de Akad (aproximadamente 2252-2218 a.C.), donde la figura divinizada de este monarca avanza portando hacha, arco y lanza, al frente de unas tropas armadas de forma similar mientras aplastan al enemigo.

Estela de Naramsin, donde aparece este rey acadio encabezando a sus victoriosas tropas armadas con hachas, lanzas y arcos, pero no espadas. Museo del Louvre. Imagen: Rama, Wikimedia Commons

En el Estandarte de Ur (fechado en torno al 2600 a.C.), hallado por Woolley durante sus excavaciones en el Cementerio Real de dicha ciudad, encontramos algunas representaciones similares que podrían asemejarse a espadas cortas, aunque más bien estaríamos hablando de dagas o lanzas cortas punzantes. Es más, entre las numerosas armas encontradas durante las diferentes campañas de excavación en el Cementerio Real de Ur no se encontró ningún tipo de espada (Woolley, 1934)

El llamado Panel de la Guerra dentro del Estandarte de Ur. Museo Británico de Londres. Imagen: Wikimedia Commons.

Otra pieza artística de singular relevancia para el conocimiento del mundo sumerio es la llamada Estela de los Buitres de Tello-Girsu, erigida por Eannatum (2455-2545 a. C. aproximadamente), rey de Lagash que quiso inmortalizar su victoria sobre la ciudad de Umma. En el registro superior de dicha estela observamos una formación cerrada de lanceros sumerios protegidos con casco, en la que constituye la primera referencia a este tipo de guerra organizada. Esta formación aparece encabezada por Eannatum, quien porta un casco que guarda grandes coincidencias por el excavado por Woolley en la tumba de Meskalamdug de Ur, así como un objeto de perfil curvo que diferentes especialistas han identificado como una espada curva. En este caso sí que encontraríamos un tipo de espada utilizada en el ámbito sumerio y en el cercano territorio elamita durante el III milenio a.C. (Montero Fenollós; 2003), aunque más como elemento  representativo del origen divino del poder de la realeza que como arma utilizada de forma generalizada en el campo de batalla. Según refleja Müller (1987), se han encontrado varios ejemplares de espada curva fechados de finales del III milenio a.C. en el ámbito sumerio y el cercano territorio elamita (actual Irán), siendo los testimonios más antiguos de esta tipología.

Falange de lanceros encabezada por el rey Eannatum (derecha), armado con una posible espada curva en la llamada Estela de los Buitres (detalle). Museo del Louvre. Imagen: Sting, Wikimedia Commons.

 

 

La Transformación del Arsenal Mesopotámico a lo Largo del Milenio:

Como cierre a este viaje por la evolución de la espada en Mesopotamia, podemos concluir que durante el III milenio a.C., las armas cuerpo a cuerpo predilectas entre los guerreros sumerios y acadios serían hachas y lanzas, acompañadas del arco (Hernández y Rubio, 2010). En el caso concreto de la espada,  no podríamos hablar de su popularización entre las culturas que habitaron esta región en la Antigüedad hasta mediado el II milenio a.C., a excepción de algunos ejemplares curvos vinculados a la imagen del poder real y dotados de gran poder simbólico. De esta forma, parece confirmarse que la espada se expandió por el ámbito mesopotámico en fechas similares al mundo europeo o egipcio, y que por tanto no podamos referirnos a este territorio como la cuna de estas armas. Queda aún por resolver la procedencia de las espadas más antiguas que hoy día conocemos, pero esa será otra historia que os contaremos en futuras entradas en nuestro blog de Espadas Mariano Zamorano.

Recuerda que puedes sumergirte en la historia y la grandeza de épocas legendarias a través de la sección de Espadas Antiguas en Mariano Zamorano. Aquí, descubrirás una diversidad de espadas, cada una proveniente de una era distinta y cargada con historias y misterios de su tiempo.

 

Félix Antonio Jaime Sánchez.

 

Bibliografía consultada:

Revistas científicas:

– BAÑÓN MAÑAS, E. (2021), “La imagen de poder en las escenas de caza de leones del arte neoasirio”, Revista Iberoamericana Académico Científica de Humanidades, Arte y Cultura, n.º 9, pp. 20-33.

– BRYCE, T. (2018), “El ejército hitita”, Desperta Ferro: Antigua y Medieval, n.º 48, pp. 40-46

– MARTÍNEZ BABÓN, J. “Soldados del faraón. El ejército de Ramsés II”, Desperta Ferro: Antigua y Medieval, n.º 48, pp. 26-31

– MONTERO FENOLLÓS, (2003) “El armamento defensivo del soldado de Súmer y Mari”, Aula Orientalis, 21, pp. 213-227.

– NADALI, D. (2012) “La revolución militar asiria”, Desperta Ferro: Antigua Medieval, n.º 10, pp. 6-12

 

Tesis doctorales:

– BOU PÉREZ, P. (2022), La vida cotidiana de los soldados en el periodo paleobabilónico (ca. 2002-1595 a.n.e.).Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona. Université Lumiére Lyon 2. https://www.ub.edu/ipoa/wp-content/uploads/2021/09/20032AuOrMontero.pdf

 

– FERNÁNDEZ VILLAESPESA, M. (2020), Las armas de los héroes. El armamento de las figuras heroicas divinas en los poemas sumerios. Tesis doctoral. Universidad de Barcelona. http://hdl.handle.net/10803/671095

 

Fichas en museo:

– Espada babilónica (n.º 12306), colección online, Museo Británico. https://www.britishmuseum.org/collection/object/W_1932-0514-2 (consultado 15/2/2024)

Libros:

– HERNÁNDEZ, F.X. y RUBIO, X. Breve historia de la guerra antigua y medieval, Madrid, Ediciones Nowtilus, 2010, 270 pp.

 

– LARA PEINADO, Federico, El poema de Gilgamesh, Madrid, Editora Nacional, 1980, 464 pp.

 

– MÜLLER, Hans Wolfgang, Der Waffenfund von Balâta-Sichem und Die Sichelschwerter, Munich, 1987, 224 pp.

 

– WOOLLEY, Leonard, Ur Excavation II, The Royal Cemetery, Text, Oxford, 1934, 604 pp.

https://archive.org/details/urexcavations186385join/page/520/mode/2up (consultado 03/02/2024)

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