Continuamos con nuestro análisis sobre cómo luchaba la Caballería Medieval para comprobar si esa imagen prototípica del caballero fuertemente armado puede servirnos para ejemplificar los usos militares de todo ese periodo. Ya vimos que en el caso visigodo existía una caballería equipada con una panoplia adecuada para chocar y romper las líneas enemigas pero que, a pesar de todo, aún no alcanzaría la capacidad destructiva que las fuentes atribuyen a los contingentes de caballeros que todos tenemos en mente. El ejemplo godo es una demostración de la existencia de este tipo de tropas antes del medievo, por lo que deberemos hallar el motivo por el que los jinetes pesados de ese periodo alcanzaron tales cotas de efectividad.

 

Caballería Pesada Bizantina

Seguimos en la Alta Edad Media para analizar las tropas montadas de otras culturas que, además de los visigodos, también pasaron por la Península Ibérica entre los siglos V-X, y así comprobar si poseían una caballería pesada digna de tal nombre. Comenzaremos por el Imperio Romano de Oriente (también conocido como Imperio Bizantino, aunque esta denominación no es histórica, sino moderna), que pugnó con los visigodos por la posesión de algunas zonas de la Península Ibérica durante siete décadas.

El acceso al trono de Justiniano en el Imperio Romano de Oriente de Justiniano (con capital en Constantinopla) en el 527, inició una nueva etapa para esta entidad política marcada por su interés en recuperar los territorios que antaño habían pertenecido al ya extinto Imperio Romano de Occidente. Tras duras guerras lograría importantes avances en su empeño, como la conquista del Norte de África tras destruir al reino vándalo o arrebatar la Península Itálica a los ostrogodos, aunque esta última campaña fue mucho más costosa. En el año 552, aprovechando una de las muchas guerras civiles que sacudían el Reino visigodo de Toledo, las tropas de Justiniano desembarcan en la Península Ibérica con la justificación de apoyar las pretensiones de Atanagildo al trono toledano. Su verdadera intención era poner pie en la antigua provincia de Hispania para iniciar su conquista, aunque su dominio territorial se limitó a una franja del sureste, incluyendo ciudades como Málaga o Cartagena (Vallejo Cirvés 2016: 20-29).

Medallón conmemorativo de la conquista del norte de África por las tropas de Justiniano

Figura 1: Dibujo de moneda/medallón celebrando la conquista del norte de África
por las tropas de Justiniano. En el anverso, retrato del emperador, y
en el reverso también aparece representado como jinete. Imagen: Wikimedia Commons, https://www.britishmuseum.org/collection/image/1118635001 – Engraving publied in : Charles Diehl, Justinien et la civilisation byzantine au VIe siècle, Paris, 1901., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=542654

Se estima que su presencia militar rondaría los 5.000 efectivos, dada la precariedad de recursos que por esas fechas ya padecía el Imperio Romano de Oriente. En lo que a nosotros nos atañe, la caballería pesada, esas tropas probablemente incluían algunas unidades de HIPPOTOXOTAI, jinetes pesados dotados un potente armamento defensivo (casco de hierro, coraza laminar y escudo), que combatían con una eficaz combinación de arcos compuestos para luchar a distancia y lanzas y espada para el cuerpo a cuerpo. Estas unidades bizantinas se caracterizaron por una gran versatilidad gracias a que su equipamiento podía variar dependiendo del tipo de acción que iban a desarrollar (hostigamiento o choque con las fuerzas enemigas). En ellas vemos la herencia romana de la caballería pesada de catafractos y clibanarios del siglo III, concebida para embestir al enemigo con lanzas, que después introduciría el arco compuesto como respuesta a la amenaza que suponían los arqueros montados de hunos o ávaros. (Syvänne 2013: 11-17 y Vizcaíno Sánchez 2020: 64-70).

 

Caballería Musulmana en la Península Ibérica

En el año 711 el dominio de la Península Ibérica cambió de manos al irrumpir un nuevo poder procedente de la Península Arábiga y el Norte de África: los musulmanes. Dirigidos por la dinastía de los omeya, la estructura de sus ejércitos se caracterizó por un notable desarrollo de la caballería y el empleo preferente por parte de ésta del karr wa farr, táctica consistente en lanzar ataques breves seguidos por un rápido retroceso. La caballería árabe se mostró especialmente eficaz en combate cerrado e incluso era capaz de desmontar y combatir a pie si era preciso, (técnica que también vimos empleada por los jinetes pesados visigodos), aunque la mayoría de caballos carecían de armadura y eran denominados caballería “desnuda” (mujarrada). Marwan II (744-750), el último califa omeya, introdujo importantes reformas militares que, en el caso de los combatientes a caballo, los dividía en pequeños escuadrones mucho más manejables y maniobreros. También se distinguió entre caballería pesada, entrenada y armada para atacar puntos concretos del dispositivo enemigo para después retirarse, y caballería ligera que únicamente actuaba en acciones de hostigamiento (Nicolle 37-38).

Existen muchas dudas sobre las tropas que integraron los ejércitos islámicos que protagonizaron la conquista ibérica. Según Manzano Moreno (2021: 38) las primeras tropas musulmanas que desembarcaron eran en su mayoría reclutas bereberes procedentes del norte de África, entre los cuales, según Balbás (2022: 335), no habría jinetes pues en Guadalete combatieron como lanceros a pie. Sin embargo, tras la victoria lograron hacerse con una cantidad importante de caballos que supieron aprovechar para desplazarse y combatir. Posteriormente también llegarían tropas árabes (García Fitz, 2019:22) y sirias (Manzano Moreno (2021:40). A pesar de que conocemos rasgos de las tradiciones militares de estas tropas musulmanas de diferente origen, lamentablemente las fuentes no suelen precisar demasiado los desarrollos tácticos de estos primeros ejércitos conquistadores. No obstante, si conocemos el predominio de la caballería sobre la infantería a partir del siglo VIII para la conquista de al-Andalus y así como la ligereza de su armamento: escudos, corazas, lanzas, jabalinas y caballos ligeros (Sénac, 2011:16). Estas premisas, nos llevan a pensar que los contingentes a caballo usarían tácticas de flanqueo y huidas fingidas que las fuentes denominan karr wa farr (o tornafuye para las fuentes cristianas) típicas de la caballería ligera (García Fitz, 2011: 6-11 y Nicolle, 2011: 30). Hipótesis que parece respaldada en el caso ibérico por la importante influencia bereber en las contingentes que aquí intervinieron, pues coincide con los usos militares de las tropas montadas de esta zona: golpes de mano rápidos, retiradas igual de fulgurantes, flanqueos y emboscadas (Viguera Molins, 2013: 89). Una forma de combatir que se mantendrá en uso por la caballería islámica en los siglos posteriores, sin menoscabo de una esporádica presencia de caballería pesada (García Fitz, 2019: 231).

 

Agilidad y velocidad frente al choque

En definitiva, lo que comprobamos tras analizar la evolución de los ejércitos musulmanes en la Península Ibérica entre los siglos VIII y X es que su caballería recurrió eminentemente a tácticas basadas en la velocidad y movilidad y no en el choque. Por tanto, las tropas montadas andalusíes no parecen compadecerse con la imagen del caballero medieval embutido en su armadura, rompiendo así con este estereotipo al menos en las primeras centurias del medievo peninsular. A pesar de ello no debemos caer en el error de subestimar la efectividad de estos guerreros pues contribuyeron de forma eficaz al predominio islámico en la Península hasta el siglo X, participando en innumerables campañas y batallas victoriosas, aunque también en algunas derrotas como Poitiers.

Poco a poco vamos verificando que, al menos en la Alta Edad Media, todavía no podemos constatar al caballero medieval que estamos analizando a lo largo de estos artículos. Los ejemplos bizantinos y musulmanes aquí reseñados vienen a recalcar que no podemos concebir la caballería medieval únicamente bajo el prisma del jinete acorazado que combate lanza en ristre, sino que cada una de las culturas que por aquí pasaron aportaron sus formas de luchar a caballo, absorbiendo a su vez influencias externas. Podemos decir en definitiva que la guerra a caballo medieval presentó un panorama de lo más heterogéneo.

Jinete musulmán cazando con arco. En torno al 730. Fresco del Palacio de Qasr al-Hayr al-Gharbi, en Siria.

Figura 2: Jinete musulmán cazando con arco. En torno al 730.
Fresco del Palacio de Qasr al-Hayr al-Gharbi, en Siria.
Museo Nacional de Damasco. Imagen: By 8th century CE author – Arab paintings,
Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=143907521

Recuerda que puedes sumergirte en la historia y la grandeza de épocas legendarias a través de la sección de Espadas Medievales en Mariano Zamorano. Aquí, descubrirás una diversidad de espadas, cada una proveniente de una era distinta y cargada con historias y misterios de su tiempo.

Félix Antonio Jaime Sánchez.

 

Bibliografía consultada:

– BALBÁS, Yeyo, Espada, hambre y cautiverio. La conquista islámica de Spania, Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2022, 624 págs.

– GARCÍA FITZ, “Al-Andalus. Orto y ocaso de un Estado militarizado”, Desperta Ferro Antigua y Medieval n.º7, 2011, págs. 6-11.

– GARCÍA FITZ, Francisco, La guerra contra el islam peninsular en la Edad Media,Madrid, Editorial Síntesis, 2019, 278 págs.

– MANZANO MORENO, Eduardo, “Los ejércitos árabes de la conquista” Desperta Ferro Antigua y Medieval n.º especial XXVII, 2021, págs 38-41

– NICOLLE, David, Debacle musulmana en Poitiers, Barcelona, Osprey Publishing, 2011, 96 págs.

– NICOLLE, David “Guerreros de Alá. El ejército omeya”, Desperta Ferro Antigua y Medieval, n.º 46, 2018, págs. 32-38

– SÉNAC, Philippe “La batalla de Poitiers” Desperta Ferro Antigua y Medieval, n.º 7, 2011, págs. 12-17.

– SYVÄNNE, Ilka, “El ejército de Justiniano”, Desperta Ferro Antigua y Medieval, n.º 18, 2013, págs. 11-17.

– VALLEJO CIRVÉS, Margarita “La presencia bizantina en el sur de la Península Ibérica”, Andalucía en la Historia, Año XIV, n.º 14, 2016, págs. 20-29

– VIGUERA MOLINS, María Jesús, “El ejército en Al-Andalus (siglos VIII a XI)”, en Historia militar de España, Tomo II Edad Media, Ministerio de Defensa, 2013, págs. 70-108

– VIZCAÍNO SÁNCHEZ, Jaime “La pugna de visigodos y bizantinos por el sur de Hispania”, Desperta Ferro Antigua y Medieval nº especial XXIII, 2020, págs. 64-70

 

Scroll al inicio