¿Cómo luchaba la Caballería Medieval? En el imaginario colectivo suele concebirse la guerra en la Edad Media como una sucesión de batallas campales en las que dos masas de hombres chocan brutalmente, sin grandes atisbos de un planteamiento táctico muy desarrollado ni maniobras complejas más allá de atacar al enemigo de frente. En esta ilusoria visión, el valor y la pericia con las armas serán prácticamente los únicos elementos que inclinarán la balanza a favor de un bando u otro. Y dentro de esa maraña de hombres enfrentados predomina una figura: la del caballero revestido de armadura que, lanza en mano, carga contra el enemigo junto a sus compañeros de armas.
No sólo caballeros acorazados
Tal ha sido el protagonismo otorgado a estos guerreros a caballo que podemos afirmar sin temor a equivocación que se han convertido en la imagen prototípica de la guerra medieval. La representación de unos jinetes aristocráticos que, con sus armaduras, lanzas, espadas y caballos de guerra, no tenían rival sobre el campo de batalla (salvo otra tropa similar), aplastando sin remedio a la infantería conformada por plebeyos sin apenas armas ni disciplina sigue hoy día muy extendida entre el público general.
Figura 1: Representación de la imagen prototípica de una carga de caballería medieval inglesa
reflejada en Belt and spur – stories of the knights of the middle ages from the old chronicles. Seely E. L. (1884)
Imagen: Internet Archive Book Images – https://www.flickr.com/photos/internetarchivebookimages/14758634226/Source book page: https://archive.org/stream/beltspurstorieso00seel/beltspurstorieso00seel#page/n76/mode/1up, No restrictions, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43947146
Y sin embargo, cuando hablamos de Edad Media nos estamos refiriendo a un periodo de la historia europea que abarca mil años (desde el siglo V hasta el XV), y a un territorio que comprende miles de kilómetros, todo un continente. Ante semejantes dimensiones cronológicas y espaciales, no queda sino plantearse que la evolución de la guerra experimentó multitud de cambios a lo largo de esos diez siglos, más aún si tenemos en cuenta la diversidad de pueblos que pasaron por Europa en dicho periodo. Por tanto, el objetivo de este artículo será analizar la evolución de esa imagen de la caballería pesada medieval en el contexto de la Península Ibérica para comprobar si puede ser representativa de toda la Edad Media o, más bien, corresponde a una época y un espacio muy concretos dentro de dicho periodo.
Caballería Pesada Goda
Comenzaremos por analizar el papel de la caballería pesada durante la Alta Edad Media (siglos V al X) que, en el contexto ibérico se caracterizará principalmente por la creación del Reino de Toledo por parte de los visigodos, la irrupción musulmana del 711 y la creación de los primeros reinos cristianos en el norte, sin olvidar la esporádica presencia de carolingios o bizantinos.
A pesar de que vamos a centrarnos en el contexto peninsular, debemos empezar nuestra andadura a muchos kilómetros de distancia: en las llanuras de Adrianópolis (en la actual Turquía) donde en el año 378 un ejército godo derrotó estrepitosamente a las tropas del Imperio Romano de Oriente, llegando a tal extremo el desastre que incluso allí perecería el propio emperador Valente. El clímax del enfrentamiento se produjo cuando la caballería goda y alana hizo acto de presencia en el momento en que la lucha era más enconada y la infantería pesada romana parecía imponerse en el centro de la batalla. Los jinetes godos cayeron como un rayo sobre el desprevenido flanco romano, destrozando a la caballería que lo guarnecía y provocando el derrumbe total del ejército enemigo. Épicas aparte, lo que a nosotros nos interesa es que en esta batalla podemos observar a una caballería pesada que los godos habían heredado de sármatas y alanos tras irrumpir en su territorio durante el siglo II d.C., adaptándola a su propia tradición militar. La panoplia de estos jinetes incluía yelmo, cota de malla, espada larga y lanza, una verdadera caballería pesada aunque realmente el equipamiento dependiese de las posibilidades de cada guerrero (Balbás, 2020: 61).
Tras esta victoria los godos siguieron avanzando hacia el occidente europeo dividiéndose en dos grandes ramas: ostrogodos, que se establecerían en la Península Itálica, y visigodos, que harían lo propio en la Galia. Éstos últimos irían penetrando paulatinamente en la Península Ibérica, primero como aliados de Roma y después como entidad propia con el llamado Reino de Tolosa hasta su derrota en el año 507 en la batalla de Vouillé. En dicho enfrentamiento campal volvemos a encontrarnos con una caballería pesada de lanceros godos (ya visigodos) lanzando infructuosas cargas contra el muro de escudos de la infantería pesada franca (Soto Chica, 2020: 21).
Vemos así como a pesar de su división, la tradición militar goda de la caballería pesada de lanceros (Syvanne, 2010: 28-35) seguía aún muy vigente entre visigodos y ostrogodos. La derrota de Vouillé marcó el inicio de un nuevo reino visigodo en la Península Ibérica, con capital en Toledo, y donde aún se mantendrían estos contingentes de caballería pesada equipada según los recursos de cada combatiente, compuesta principalmente por las clientelas armadas de la nobleza. Denominados bucellarii y saiones, estos jinetes eran soldados profesionales que servían a su señor a cambio de tierras o bienes en usufructo (Balbás, 2020: 62-63). Según García Moreno (2013: 73) en la batalla de Guadalete (denominación que hoy día se encuentra en debate), el enfrentamiento que marcaría el principio del fin para el reino de Toledo frente a la irrupción musulmana del 711, todavía encontramos un reducido contingente de caballería pesada visigoda integrada por los séquitos del rey Rodrigo y de los principales nobles.
Figura 2: El rey don Rodrigo arengando a los jefes de su ejército antes de dar
la batalla del Guadalete. Bernando Blanco y Pérez. 1871. Museo Nacional del Prado.
Imagen: Bernardo Blanco y Pérez – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=46309519
Centrándonos en sus características estructurales, vemos una hoja con una longitud total de 89 centímetros que va ensanchándose conforme avanza hacia la punta. Se aprecian signos de uso, como una fractura cerca de la punta a causa de un fuerte golpe, así como un contorno ondulado que revela frecuentes limpiezas y pulidos. La guarda es de bronce, decorada con serpientes aladas incisas, mientras que en el pomo porta las armas de Inglaterra (tres leones) en un lado, y un águila negra en el otro (Hodges 1892: 215-216). Estos elementos heráldicos han permitido establecer una datación en torno a 1272 (Soler del Campo 1993: 22).
La Caballería Pesada Visigoda frente a un nuevo enemigo
Recientemente Balbás ha propuesto un hipótetico planteamiento del ejército visigodo para enfrentar a las tropas musulmanas de Tariq en la referida batalla (que denomina batalla del Lago, pues desestima la tradicional ubicación junto al río Guadalete y propone una nueva cercana a la hoy desecada laguna de La Janda, en la provincia de Cádiz), así como un posible desarrollo del combate. Según este autor, el ejército visigodo posiblemente se organizó en tres cuerpos de infantería de línea que combatirían formando un muro de escudos, precedidos por tropas ligeras que hostigarían al enemigo con arcos, hondas y fustíbalos para retirarse a retaguardia justo antes del cuerpo a cuerpo. La caballería pesada, sin lugar a dudas el recurso militar más efectivo del ejército visigodo pero también de reducido número, formaría en vanguardia para encabezar el ataque, seguida por el muro de escudos de la infantería. El temible choque de estos lanceros pesados no lograría hacer mella en los cuadros de lanceros musulmanes que, con el apoyo de arqueros y honderos, no sólo rechazarían la carga de la caballería sino que seguidamente chocarían con el muro de escudos de la infantería visigoda y rodear el centro del dispositivo enemigo tras la huida de las tropas que formaban en ambos flancos. (2022: 299-341). En el fragor de la carnicería murió Rodrigo, el rey visigodo, por lo que esta acción de armas marcó el punto y final del Reino visigodo de Toledo. En lo que al objetivo de este artículo respecta, comprobamos así que, hasta su final, los visigodos mantuvieron como la élite de sus tropas a una caballería pesada capaz de combatir arrojando jabalinas, realizar maniobras evasivas, chocar con el enemigo e incluso descabalgar para luchar a pie si llegase el caso (ibidem, 2022: 10-16).
Sin embargo no debemos llevarnos a engaño: a pesar de su demostrada fama en batalla y de portar una panoplia que podemos caracterizar perfectamente como pesada, la caballería visigoda no igualaría la efectividad alcanzada por su homónima medieval que describíamos al principio: capaz de romper y atravesar las líneas enemigas de parte a parte. Aún faltarán algunos siglos para que en la Península Ibérica hicieran acto de presencia las innovaciones tecnológicas y tácticas (incluso zoológicas) necesarias para llegar a semejantes cotas de efectividad. No obstante, el ejemplo visigodo nos indica que antes del medievo ya existían unidades de este tipo, como la caballería pesada macedonia desde el siglo IV a.C., sin ir más lejos (Quesada 2008: 331) aunque debemos insistir en que la medieval alcanzará una efectividad desconocida hasta el momento. En los siguientes artículos si musulmanes, cristianos, bizantinos o francos sí fueron capaces de crearla durante la Alta Edad Media.
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Félix Antonio Jaime Sánchez.
Bibliografía consultada:
– BALBÁS, Yeyo, “Centauros de metal”, Desperta Ferro Antigua y Medieval, n.º especial XXIII (2020), págs. 60-63.
– BALBÁS, Yeyo, Espada, hambre y cautiverio. La conquista islámica de Spania, Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2022, 624 págs.
– GARCÍA MORENO, Luis, “Hispania visigoda (siglos V al VIII)” en Historia militar de España, Tomo II Edad Media, Ministerio de Defensa, 2013, págs. 41-78
– QUESADA SANZ, Fernando, Armas de Grecia y Roma, Madrid, La Esfera de los Libros, 2014, 407 págs.
– SOTO CHICA, José, “La batalla de Vouillé o el sangriento nacimiento de dos reinos”, Desperta Ferro Antigua y Medieval, n.º especial XXIII, (2020), págs. 14-21.
– SYVANNE, Ilka “El sistema militar godo”, Desperta Ferro Antigua y Militar, n.º 1 (2010), págs 28-35.