Todos hemos visto espadas en infinidad de ocasiones, en manos de caballeros, legionarios o guerreros íberos, entre otros muchos. Más aún en una ciudad como Toledo, donde aún resisten (resistimos) los últimos espaderos artesanos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cuándo y cómo surgieron este tipo de armas?
Para responder a esta cuestión debemos retroceder hasta la Edad del Bronce (2200-900 a.C), un periodo en el que ya se conocía perfectamente el fenómeno de la guerra, existían panoplias armamentísticas muy completas e incluso se dieron importantes batallas con espadas.
La Guerra y la Espada en la Edad del Bronce
En Europa, en los albores del Bronce, la guerra se hacía de forma similar al periodo calcolítico anterior: una combinación de arcos y flechas para el combate a distancia junto con armas contundentes (garrotes de madera, mazas, hachas con punta de piedra o cobre…) y dagas para el cuerpo a cuerpo. Al analizar estos objetos constatamos que no dejaban de ser las herramientas con las que se desempeñaban las tareas cotidianas, reconvertidas en armas de guerra cuando la situación así lo requería.
Pero en la transición entre el Bronce Inicial y el Bronce Medio se llegaría a un punto de inflexión: paulatinamente las hojas de los puñales se habían ido alargando hasta desembocar en la aparición de las primeras espadas en torno al 1600 a.C. Curiosamente los ejemplares más antiguos, con hoja larga, delgada y doble filo, aparecieron asociados a una civilización, la minoica (en Creta), tradicionalmente considerada como pacífica y ajena al contexto guerrero. Este fenómeno de la espada se extendió por toda Europa, incluyendo también la Península Ibérica donde los pequeños puñales campaniformes de lengüeta, con 10 centímetros de hoja, llegarían a convertirse en espadas cortas de unos 50 centímetros de longitud.
Imagen: Wikipedia
Aparición de la espada
La aparición de la espada, junto a la alabarda prehistórica, marcó un hito: por primera vez surgen armas diseñadas única y exclusivamente para la guerra, diferenciándose así de todas las anteriores (arcos, hachas, lanzas…) que servían como herramientas en tiempos de paz y como arma en tiempos de conflicto. Es más, la combinación de espadas y escudos también propiciará la evolución de las técnicas de combate empleadas en batalla, modificando las formas de luchar.
Fabricación y Simbolismo de la Espada en la Edad del Bronce
La fabricación de una espada de este periodo se realizaba mediante la fundición de bronce y un porcentaje de estaño de entre el 6-13%. Dicha fundición se aplicaba a moldes de arcilla y piedra tras lo cual, una vez enfriada la pieza, se pasaba a pulir la superficie y afilar los bordes de la hoja de espada.
Análisis metalográficos y de difracción de neutrones de diez espadas del Bronce centroeuropeo han demostrado que las espadas resultantes permitían ataques tanto punzantes como tajantes. Las empuñaduras podían fabricarse con materiales orgánicos o metal, decorándose con diferentes técnicas.
Lo más destacable es que estas primeras espadas ayudarán a cimentar la creación de una nueva clase dentro de las sociedades del Bronce, integrada por individuos adiestrados y especializados en el uso de este tipo de armas: había nacido la clase de los guerreros. Caben pocas dudas de que ya en épocas tan tempranas la espada se erigió como el arma que más evolucionó como carismática de la clase dirigente, reflejando, junto a otros elementos de prestigio, que a finales de la Edad del Bronce la clase de los guerreros se había transformado en una verdadera aristocracia militar.
Imagen: Wikipedia
Marcado simbolismo de las armas
El marcado simbolismo otorgado a las armas en general y a la espada en particular durante la Edad del Bronce, denota el notable avance de las técnicas de guerra en este periodo, así como unos usos sociales y creencias estrechamente vinculadas a la guerra, lo que podemos observar en ajuares funerarios como la tumba de Mesa de Setefilla (Sevilla).
También en destacables hallazgos como el depósito de la Ría de Huelva, donde aparecieron en 1923 más de cuatrocientas piezas, principalmente armas. La explicación a este depósito ha dado pie a diferentes interpretaciones, desde el cargamento de un barco hundido o una forma de delimitación territorial hasta un rito funerario en el que se arrojaban al agua las armas del difunto, incluyendo espadas.
A finales del siglo VII a.C., la llegada de la metalurgia del hierro entre las novedades traídas por los colonos fenicios conllevó el declive de las espadas hechas en bronce. No obstante, seguirían imitándose los prototipos de estas espadas originarias que habían sentado los primeros cimientos de una espadería que ha perdurado hasta nuestro días.
Espadas llenas de historia en Mariano Zamorano
Como podéis comprobar, las piezas que hoy día producimos en Espadas Zamorano hunden sus raíces en el pasado más remoto. Un motivo más para sentirnos orgullosos de formar parte de un oficio tan ancestral, más aún en una ciudad como Toledo, cuna de grandes espaderos.
Firmado: Félix Antonio Jaime Sánchez, historiador.
Bibliografía consultada:
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- FERRER ALBEDA, Eduardo “Dos notas sobre el depósito de la Ría de Huelva”, SPAL Revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla, 6(1997), pp. 67-85
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- MOLLOY, Barry, “Los albores de la guerra moderna. Tecnología militar y cambio social en la Edad del Bronce” Desperta Ferro: Antigua y medieval, 76 (2023), pp. 42-53
- QUESADA SANZ, Fernando, Armas de la antigua Iberia. De Tartessos a Numancia. Madrid, La Esfera de los Libros, 2010, 298 pp.