Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, fue un caballero del siglo XI y considerado como uno de los principales héroes de la historia de España. Tal es su fama, que hasta sus espadas adquirieron reconocimiento: Tizona y Colada. Ambas fueron protagonistas de algunas de las mayores hazañas que tuvieron lugar durante la Reconquista. El Cid Campeador inspiró el cantar de gesta más importante de la literatura española: el Cantar de mío Cid.
La Tizona es una pieza única, ya que se calcula que solo se fabricaron una cincuenta copias, según las crónicas andalusíes de la época, con empuñaduras de oro y plata. Actualmente, se exhibe en el museo de Burgos.
En 1998, se realizó un estudio por el que se consiguió averiguar mucho sobre esta mítica espada. El hierro del que está compuesta proviene de Sierra Morena, está forjada con acero suave y de bajo contenido en carbono, el acero es blando pero, tras un tratado de carburación que consiguió endurecer el exterior. Además, consiguieron constatar que la espada se forjó en el siglo XI, aunque se desconoce el año exacto, ya que pruebas más detalladas podrían dañar el estado actual del arma.
Hay varias teorías sobre como esta espada llegó a manos de Rodrígo. Una de ellas, defiende que el Cid pudo arrebatársela -o recibirla- de Abubeker, pariente del emir almorávide Tusuf. Otra, especula sobre la posibilidad de que la pudo haber obtenido como botín de guerra al pelear contra Ramón Berenguer I, Conde de Barcelona; o de Armengol I, Conde de Urgel, ya que ambos estuvieron en posesión de esta según el documento templario “Liber Feudorum”.
La Colada fue la otra espada conocida con la que contó Rodrigo Díaz, que ganó en combate al Conde de Barcelona. Ahora mismo hay una expuesta en el Palacio Real de Madrid.
El Cid regaló ambas espadas a sus dos yernos infantes, según cuenta la leyenda. Pero las recuperó tras la afrenta que estos cometieron sobre sus hijas. De ambas se conservan la hoja del siglo XI pero con empuñadura renacentista.
Pese a ser recordado como un cruzado del bando de la Reconquista, a lo largo de su vida pasó a luchar bajo las órdenes de diferentes caudillos, tanto cristianos como musulmanes, por lo que algunos historiadores le asemejan más a un mercenario que a un héroe.