Los mandobles son espadas que tuvieron su época de apogeo en los siglos XV y XVI y que eran empleadas en el combate a pie. Pese a que los primeros ejemplares datan de la Alta Edad Media, es en el Renacimiento cuando su uso se extendió para hacer frente a las líneas de piquero de la época.
Los mandobles son espadas que se caracterizan por su peso (podían superar perfectamente los 3 kg) y su gran tamaño - la hoja medía 120 cm de promedio-. Aunque hay ejemplares documentados que superaban con creces estas dimensiones. Por ejemplo, la “Sempill Sword” de Escocia, que llegaban a medir 255 cm de largo y pesar alrededor de 10,5 kg.
Destacaban por su versatilidad, pudiendo usarse en campo abierto contra infantería y caballería -pudiendo cortar las patas de los caballos de un solo tajo-, en la defensa de posiciones y estrechos y para impedir el asalto a los muros en poblaciones sitiadas. En ocasiones, se complementaba con un escudo colgado del cuello denominado tarja.
Steve Hick especula en el mandoble - o montante- como arma de base en el estudio de la esgrima en los reinos peninsulares desde el siglo XV. Esto se debía a que se consideraba superior al resto de espadas porque - a excepción del mangual- era la única que permitía enfrentarse a varios contrincantes al mismo tiempo con éxito.
Debido a que este tipo de espada se usaba a dos manos, la empuñadura ocupaba entre una quinta y una cuarta parte del arma. Esta, además, venía dotada con gavilanes en forma de cruz. En cuanto al pomo, solía ser redondo para permitir a la muñeca zurda rotar y aumentar la rapidez de los golpes y las estocadas que, en comparación con otras armas de la época, podían asestarse a una distancia considerable.
Para añadir versatilidad, el inicio de la hoja no era cortante para que el portante pudiera agarrarla con la mano complementaria y hacerla más efectiva en el combate a corta distancia. Para mejorar esta funcionalidad, la mayoría de los mandobles tenían púas en el inicio del filo para poder agarrarlo mejor y que la mano no se resbalara hasta el filo cortante. Estas púas tenían otra funcionalidad: que la espada del adversario no se pudiera deslizar hasta alcanzar la mano del portador.
Se trata de espadas cuyo uso se extendió sobre todo en los territorios germánicos, suiza y su lugar de origen: las regiones escandinavas. Aunque si nos referimos en concreto al mandoble renacentista, su predecesor, según la mayoría de historiadores, se puede situar en la ‘claymore’ escocesa: una espada diseñada para derribar jinetes.