La espada ropera, también denominada de estoque, es un término usado para aquellas espadas de la época del Renacimiento de hoja recta y larga y que se esgrimían a una mano. El nombre se debe a que se llevaba como un añadido a la ropa (era usada tanto por moda, como por defensa personal).
En cuanto a la morfología de la espada ropera, se pueden distinguir dos partes: la hoja y la guarnición:
Las hojas se pueden clasificar dependiendo del tipo de esgrima entre las de corte y punta, y aquellas que solo tenían punta y cuyo filo no era cortante.
La guarnición, cuya misión es proteger la mano y, por tanto, tiene un cometido defensivo. Es la parte más característica de este tipo de espadas. Este va cambiando según aumenta la necesidad de proteger la mano del portante en los combates. Por ello, tenemos que hablar de tres tipos (en orden cronológico): primero, de lazo; acto seguido, de concha; y por último, de taza.
Guarnición de lazo: aparecen en España en el segundo tercio del siglo XVI. Está compuesta por los gavilanes (lo que conocemos por la clásica cruz de las espadas), que eran largos y finos. A esto se añadía un guardamano para blindar los nudillos y uno o dos anillos que eran perpendiculares a la hoja de la espada. Además, había una serie de ramas que tenían como función unir todos estos elementos alrededor de la guarnición. Al no proteger la mano del todo, las espadas se portaban con guantes de cuero.
Guarnición de concha: a principios del siglo XVII, conforme la esgrima iba dependiendo más de la punta, se añadía una chapa metálica -denominada concha- entre los detalles descritos en la guarnición de lazo. Tras esto, se fueron desprendiendo del resto de elementos para que permaneciera solo la concha de hierro o acero bilobulado que se adjuntaba a la cruz a través de un par de patillas.
Guarnición de taza: fueron contemporáneas a las de las conchas, ya que las primeras de este estilo aparecieron al inicio del siglo XVII y fueron populares hasta principios del XVIII. Se trata de guarniciones cerradas -o cazoletas- En vez de contar con una chapa, se incorporaba un casquete semiesférico que se asemejaba a la forma de una taza (de ahí el nombre). Es la que más protección ofrece al portador y, por ello, la más común entre los tres tipos de guarnición que hemos descrito. Además, es la que más se asocia a las espadas roperas y su popularidad se extendió, sobre todo, por España e Italia hasta el siglo XVIII.