Cuando hablamos de katana, debemos referirnos a ella como sable, más que como espada. Como todos los sables, está pensada para la estocada, no para el corte. Está clasificada dentro de los daisho, que eran los dos sables portados por los samuráis. Uno de ellos es el wakizashi -más corto- y el otro, la katana.
Las katanas son originarias de Japón en torno al año 900. Hasta aquel entonces, eran rectas y de un solo filo y se las llamaba ‘chokuto’, de origen chino. En ese año, Yasutsuna, un forjador de la ciudad de Hoki crea la variante que se ha mantenido hasta hoy. Durante los siguientes cinco siglos, vivieron los forjadores más célebres y que provenían casi todos de cinco provincias, conocidas como “Las cinco escuelas”: Bizen, Yamashiro, Yamato, Soshu y Mino.
Desde el siglo XVI, los forzadores empezaron a ser reconocidos por el Emperador, otorgándoles títulos. Desde ese momento hasta mediados del siglo XIX la longitud de las katanas disminuyó, así como su parte cortante.
A partir de 1868, año en el que comienza la modernización de Japón y se extingue el sistema feudal, el prestigio de la figura del Samurai decae y la producción se orienta a las exportaciones para coleccionistas de occidente, principalmente.
El arte de manejo de la katana, aunque a día de hoy no se use, dio origen a algunos de los movimientos usados en artes marciales, como el judo o el karate. Actualmente, el manejo se mantiene vivo mediante el arte del lado y el kendo. Este sable se puede empuñar a una o dos manos. Sueñen pesar un poco más de un kilo (entre 1,1 y 1,3 kg) y miden en total alrededor de 1,10 metros, con una hoja de unos 70 cm.
Las katanas, como la mayoría de las armas cortantes fabricadas en Japón, se producían mediante un método llamado calentamiento reiterado, plegando y uniendo el metal. Esta práctica tan característica de esta zona, se debe a que los metales que encontramos en el archipiélago japonés, por lo general, son altamente impuros. El acero se cubre con arcilla de polvo y carbón. La arcilla se enfría a gran velocidad, mientras que el corazón del sable tarda más. Durante este proceso, las katanas obtienen su característica forma. Los herreros no endurecen el sable entero, sino solo la parte que tiene filo. El hecho de que estén formadas por un lado duro y otro tenaz ayuda a que este sable sea altamente resistente.
Todas las katanas están hechas de acero y, aunque hoy en día es fácil de obtener, antiguamente los artesanos japoneses -llamados kaji- las fabricaban mediante un proceso manual que tardaba más de un mes en finalizarse. Además, solían embellecerse con unos dibujos grabados denominados ‘horimonos’.