Dentro del extenso abanico de modelos que producimos en Mariano Zamorano, la falcata ibérica es sin lugar a dudas una de las más reconocidas por aficionados y coleccionistas. La peculiar forma de su hoja, su eficacia en combate descrita en diversas fuentes documentales y la excelsa decoración de algunos ejemplares la han convertido en una de las espadas más preciadas de la Antigüedad hispana.
Ilustración 1: Falcata procedente de la Necrópolis de Los Collados (Almedinilla). Siglo V – III a. C. Museo Arqueológico Nacional de España. Imagen: Jerónimo Roure Pérez, CC BY-SA 4.0. Wikimedia Commons.
UN ORIGEN MEDITERRÁNEO
Su origen no es peninsular, pues encontramos ejemplos similares con mayor antigüedad en otras zonas del Mediterráneo. Posiblemente el origen más remoto sean las costas balcánicas en torno al Adriático, donde existe una tradición de armas con hoja curva asimétrica que se remonta al siglo X a.C. Bajo el nombre de machaira o kopis, estas espadas curvas se extenderían a partir del siglo VII a.C. hacia Grecia, por un lado, y hacia la Península Itálica, por otro.
Sería desde este último punto de donde este tipo de espadas llegaría a los íberos, quienes la modificaron para crear su propio modelo, más corto y con doble filo, a partir del siglo V a.C. No debemos caer en el error de pensar que fue un arma común en todo el contexto peninsular o entre todos los pueblos ibéricos, pues la mayor parte han sido halladas en la Alta Andalucía y el sureste peninsular (Quesada, 2010).
Ilustración 2: Cerámica griega decorada con escena de combate empleando machaira/kopis. Siglo V a.C. Museo Nacional de Atenas. Imagen: Wikimedia Commons.
FALCATA IBÉRICA: NACIDA PARA LA GUERRA
Lo primero que llama la atención de la falcata ibérica es su forma: una pesada hoja ancha, curva y asimétrica con doble filo en la punta que denota su uso como espada apta para ataques tajantes y punzantes.
La forma de su pesada hoja, más ancha en la punta, permitía lanzar potentes golpes tajantes capaces de partir el casco de un legionario, tal y como describe Séneca (De Beneficiis, vol. 5). El doble filo en la punta propiciaba ataques punzantes muy peligrosos si, mediante golpes bajos y en horizontal, alcanzaban partes blandas como el abdomen. (ibidem, 2010).
Existe constancia iconográfica de este tipo de golpe horizontal en representaciones como el relieve del Guerrero de Osuna, conservado en el Museo Arqueológico Nacional (Chapa Brunet, 2015) o en cerámicas decoradas como la Crátera de la Monomaquia hallada en el yacimiento de Libisosa (Uroz, 2013).
Ilustración 3: Guerrero ibérico con falcata representado en cerámica hallada en yacimiento de Libisosa (Lezuza, Albacete). Imagen: Libisosa oficial – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0. Wikimedia Commons
¿CÓMO SE FABRICABA UNA FALCATA?
Análisis metalográficos realizados en algunos ejemplares han demostrado que se fabricaban a partir de tres láminas de hierro soldadas entre sí “a la calda”, es decir, en caliente.
La lámina central, más ancha que sus homónimas laterales, se prolongaba en una estrecha lengüeta que se convertía en el alma de metal de la empuñadura, la cual sería recubierta con cachas de hueso o madera. Si a esto le añadimos que la mayoría de estas espadas no superan los 55 centímetros de longitud, parece confirmarse que eran espadas concebidas para su uso por infantería más que por jinetes (Quesada, 2010).
La ornamentación de estas espadas solía contar con figuras zoomorfas en la empuñadura, principalmente cabezas de caballo o de ave con un remache como ojo del animal. Algunas piezas excepcionales cuentan con damasquinado en hilo de plata, es decir, rellenando con hilo de plata unas incisiones realizadas previamente sobre la hoja, para después martillear y pulir el conjunto (Gabaldón, 2003).
Ilustración 4: Falcata con decoración damasquinada en hilo de plata. Museo Arqueológico Nacional. Imagen: Jerónimo Roure Pérez, CC BY-SA 4.0, Wikimedia Commons
También es muy habitual la presencia de profundas acanaladuras a lo largo de la hoja, un procedimiento también presente en otros tipos de espada. A pesar del insistente mito que vincula estas acanaladuras con una supuesta capacidad para agravar las heridas o introducir aire en el cuerpo del enemigo, la realidad es que se practicaban para aligerar peso de la hoja sin perder rigidez.
NO SÓLO PARA MATAR
Estos ejemplares tan ricamente decorados denotan que no estamos ante un tipo de espada puramente funcional, sino que al menos algunas de ellas también fueron fabricadas con una marcada carga simbólica, sin que esto significase que dejasen de ser válidas para el combate (Quesada, 2009).
La elegancia y complejidad en la ornamentación de algunas de estas espadas lleva a pensar en que debían portar un significado heráldico y simbólico, siendo también muy frecuente su hallazgo en tumbas como parte de ajuares funerarios. En este tipo de contextos suelen aparecer quemadas, dobladas y con el filo mellado a golpes contra una roca, lo que parece ser muestra de un ritual funerario que enfatiza la especial unión entre el guerrero difunto y sus armas (Ibidem, 2010).
LA FALCATA IBÉRICA DE ESPADAS ZAMORANO
En nuestro taller artesano de Toledo fabricamos todo tipo de espadas, sin importar época o contexto cultural. Sin embargo, la falcata sigue siendo una de nuestras piezas predilectas a la hora de ponernos manos a la obra y crear nuestro modelo, inspirado en la falcata de Almedinilla (Córdoba) que conserva el Museo Arqueológico Nacional.
Esperamos que os haya gustado este breve repaso por la historia de tan bella espada. Nos vemos en próximas entradas.
Félix Antonio Jaime Sánchez, historiador.
Bibliografía consultada:
– CHAPA BRUNET, Teresa, “Los relieves de guerreros ibéricos de Osuna del Museo de Saint Germain-en-Laye. ¿La cuarta esquina?”, Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 17 (2015), pp. 56-63.
– GABALDÓN, M. (2003): “LA FALCATA DE ALMEDINILLA (CÓRDOBA)”, Museo Arqueológico Nacional, PIEZA DEL MES, Ciclo 2003. Las armas: defensa, prestigio y poder.
– QUESADA SANZ, Fernando, “Símbolos y falcatas y el mito de las armas de parada”, Stilus 6 (2009), pp. 24-29
– QUESADA SANZ, Fernando, Armas de la antigua Iberia. De Tartessos a Numancia. Madrid, La Esfera de los Libros, 2010, 298 pp.
– UROZ, Héctor, “Héroes, guerreros, caballeros, oligarcas: tres nuevos vasos singulares ibéricos procedentes de Libisosa”, Archivo Español de Arqueología, 86 (2013), pp. 51-73