Las leyendas y el misterio siempre han rodeado a un personaje tan importante en la historia de nuestro país como es El Cid. Sus múltiples hazañas fueron recogidas en libros de antigüedad tan famosos como El Cantar del Mio Cid, en el que sus espadas eran los grandes protagonistas. La Tizona y la Colada fueron las espadas con las que Rodrigo Díaz de Vivar consiguió dominar al frente de un grupo de hombres que le siguieron hasta la muerte, su dominio en el Levante español.
Cómo se llamaban las espadas del Cid
Espada Colada
Una de las espadas del Cid es la Colada. Esta espada aparece reflejada en la obra El Cantar del mío Cid y es atribuida a Rodrigo Díaz de Vivar. Hoy en día existen algunas dudas por parte de expertos en el tema sobre si esto es cierto o es pura invención del autor de la obra para enaltecer las hazañas del guerrero castellano.
Según el Cantar del mío Cid, la Colada fue olvidada en el campo de batalla, hasta perderse completamente su rastro. Este libro cuenta cómo esta espada fue ganada por El Cid como botín de guerra al conde de Barcelona, Ramón Berenguer.
Al cabo de unos años, Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid, le regaló la espada Colada y la espada Tizona a sus yernos, los infantes de Carrión, personajes ficticios que aparecen en la obra.
Pero la historia de esta mística espada no queda aquí y es que tras ser abandonada de nuevo en el campo de batalla, El Cid la volvería a recuperar tras la afrenta de Corpes.
Si hablamos de su fabricación podemos señalar que el hierro del que se compone proviene de Sierra Morena. Esta espada está forjada con acero de bajo blando y de bajo contenido en carbono, que tras un tratado de carburación consiguió endurecer el exterior. La empuñadura está fabricada en hierro y montada de forma manual.
La longitud total de la espada Colada es de 98 centímetros, siendo 80 de ellos solamente de la longitud de hoja y pesa en torno a unos 1600 gramos.
Espada Tizona
Otra de las grandes espadas del Cid es la Tizona. Tal y como han afirmado algunos estudiosos de la época, esta espada fue contemporánea con Rodrigo Díaz de Vivar aunque al igual que en la anterior, no podemos hablar con exactitud que fuera la espada que él empuñó.
Miles años después de que la Tizona sirviera a Rodrigo Díaz de Vivar en sus múltiples hazañas, la justicia le otorgó al Marqués de Falces la herencia de la misma. Así, en el año 2008 la vendió por 1,5 millones de euros a un grupo de empresarios burgaleses que después la donaron a la Junta de Castilla y León.
Anteriormente, esta espada se encontraba en el Museo del Ejército de Madrid, depositada allí después de la Guerra Civil.
Las medidas de Colada son muy similares a la Tizona. Mide en torno a unos 98 centímetros, siendo 80 de ellos solamente de la longitud de hoja y pesa 1600 gramos.
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